lunes, 7 de enero de 2008

Dia 3 Entrada 2

Me agaché para revisarle el pulso... perfecto, estaba viva. Se iba a levantar con un dolor de cabeza de la puta madre, pero al menos se iba a levantar, es más de lo que puede decir la mitad del país.

"Bueno, la levantás vos o yo?"

"Yo la levanto, dejá"

"Fantástico"

Gonzalo la levantó, y de repente nos percatamos de algo... por algo habíamos estado corriendo. Escuchamos los gritos a lo lejos, allá para el lado del centro, sobre Santa Fe. Automáticamente empezamos a correr nuevamente, un poco más lento por el peso de la muchacha que acababamos de levantar del piso. Pensar que con mis amigos en una época la apodamos "20 kilos mojada" y nos reíamos... pero correr con 20 kilos sigue siendo más difícil que con nada. Corrimos aproximadamente una cuadra, cuando miré para atrás. Estaban mucho más cerca de lo que creía. Ya podía ver la silueta de los cuerpos contra el sol, en su frenética corrida por conseguir carne fresca.

Seguimos corriendo una, dos, tres cuadras. Miré de nuevo para atrás y ya podía distinguir las caras putrefactas. La realidad me pegó como un cross de derecha. No ibamos a llegar, el peso nos estaba retrasando demasiado. Pero no podíamos dejarla, no podíamos... o si? Supervivencia del más fuerte no era la regla?

Seguimos corriendo, llegamos a Pueyrredón, cruzamos la avenida desierta como todas las otras, corriendo, esquivando los autos varados. Algo me sonaba extraño... los gritos eran distintos... no como en las últimas cuadras... venían de otro lado. Habían unos 5 o 10 más viniendo por Pueyrredón, que doblaron para perseguirnos. No ibamos a llegar, no había forma.

"La vamos a tener que dejar" grité yo, mientras corríamos

"Sos boludo? Como la vamos a dejar?!"

"Es ella o nosotros man! No hay otra!"

"..."

"Si no llegamos hasta cabildo y Santos Dumont se va todo al carajo, NECESITAMOS esas armas. Si nosotros caemos acá, cae TODO el refugio!"

"Está bien... tenés razón"

Me acerqué a mi amigo y me pasó el cuerpo inconsciente de la chica. Ellos ya estaban a media cuadra de distancia. Cerré los ojos durante un segundo.

"Espero que algún día nos perdonen... es por el bien mayor"

Dejé el cuerpo sobre el capó de un auto, asegurandome de que fuera un lugar donde pudieran verlo, y seguimos corriendo.

Cerramos los ojos los dos, y corrimos lo más fuerte que pudimos, tapándonos las orejas. No queríamos escuchar los gritos del festín... pero no hubo caso. Los alaridos de festejo, del frenesí de la alimentación eran demasiado fuertes... espero que sea la última vez que tenga que hacer esto.

El grupo de aproximadamente 15 o 20 zombies que nos estaban persiguiendo se frenaron para tomar el cuerpo de la chica, dándonos a nosotros el tiempo de escapar. El bien mayor... ya no sabía si sobrevivir fuera bueno o malo... pero había que tratar, y en este momento, nuestra mejor chance de sobrevivir era esa armería sobre Cabildo.

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